El día que todos se autohackearon el Instagram

Un usuario de Tik Tok le hizo creer a miles de personas que se podía hackear muy fácil Instagram y dejar mensajes en los perfiles de cuentas ajenas. El resultado: la misoginia y el racismo quedó estampado en las redes propias.

La costumbre de estampar burlas en la paredes viene desde la prehistoria. Hay registros de falos gigantes en la antigua Grecia y más acá en el tiempo se sumaron los baños, ese lugar de intimidad donde se puede escribir “chupo pijas gratis” y el número de teléfono de alguien al que se quiere molestar. 

El insulto graficado en la intimidad del anonimato revela pensamientos profundos. En la red también pasa: el insulto anónimo y el trolleo son cada vez más masivos. Hasta que llega alguien y trollea a los trolleadores. 

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En estos últimos días un usuario de Tik Tok  le hizo creer a miles de personas que se podía hackear muy fácil Instagram y dejar mensajes en los perfiles de cuentas ajenas. El falso tutorial se viralizó y promete que si se cambia el nombre de nuestro propio usuario de Instagram agregando @ delante del nombre de usuario de otra persona, ambas cuentas quedan vinculadas. Y que después, si cambias una segunda vez a un nombre insultante, pasará lo mismo en la otra cuenta. 

En otras palabras: por un error de Instagram, la promesa es poder cambiarle el nombre de usuarios a otros, de manera anónima. 

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Parece tonto, pero muchas personas cayeron en la trampa. Si buscan en Instagram, van a encontrar cientos con nombres de usuarios como “Tengo el pito chico”. Muchos aclaran en sus historias o en la misma bío que sus cuentas fueron hackeadas. Pero no es así: lo escribieron ellos mismos pensando que se lo hacían a otros. 

El trolleo les abrió la puerta del baño mientras escribían insultos en las paredes virtuales. 

La explicación: cuando seguían el tutorial, lo que hacían en realidad era cambiarse el propio nombre de usuario de Instagram. Y como la aplicación permite cambiarlo cada 14 días, ahora deberán ese tiempo para volver a sus nombres originales. 

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El ranking de insultos oscila entre el racismo, la homofobia y el machismo:  

“Tengo el culo lleno de leche”, “Tengo el pito chico”, “Soy boliviano”, “Tengo el pene pequeño”, “Me trago toda la lechita manda MD”.

El insulto homoodiante o racista cuando nadie te ve hizo que cientos de usuarios cambiaran sus perfiles y dejaran en evidencia los viejos prejuicios de siempre. El trolleo masivo es también un experimento social digno de ser analizado. 

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Sin baños o aulas para hacer bullying, el cazabobos hace pensar que falta deconstruir mucho para construir otra sociedad menos prejuiciosa. Educación virtual para no bullynear –ni caer en trampas virtuales– y educación sexual para entender que las formas del placer o el tamaño de los genitales no son motivo de insultos.

FUENTE: Cosecha Roja
cosecharoja.org